CARTELERÍA
Tras ser miembro de un jurado en un caso de homicidio involuntario, Reginald Rose, uno de los más cotizados guionistas televisivos de la época, pensó que una sala de jurados sería un buen escenario para representar su siguiente historia
A principio de los años 50, Reginald trabajaba escribiendo dramas de una hora para el programa televisivo "Studio One" de la cadena CBS.
El 20 de septiembre de 1954, este mítico espacio emitió su obra, a la que había titulado: "12 Angry Men", por televisión. Tras las buenas críticas escribió una versión con la intención de representarla en los teatros
Henry Fonda había terminado de rodar con Hitchcock "Falso culpable"(1956) y para encarar su siguiente proyecto, decidió ponerse en contacto con Reginald Rose y proponerle la idea de llevar "Doce hombres sin piedad" a la pantalla grande
Ambos produjeron la película junto a George Justin. Reginald se puso manos a la obra y escribió el guion del largometraje y Henry se reservó el papel protagonista: el jurado nº 8 y empezó a buscar un director
ALEMANIA
El realizador elegido fue Sidney Lumet y este trabajo fue su debut en la pantalla grande. Se trataba de un hombre que procedía del medio televisivo, de ahí que este film sea una de las obras emblemáticas de la llamada "Generación de la Televisión" entre cuyos miembros estuvieron: John Frankenheimer, Martin Ritt, Delbert Mann, Arthur Penn, Franklin J. Schaffer (que fue el director de la versión televisiva original)... una estupenda "cantera" de directores
Henry Fonda eligió a Sidney Lumet porque tenía una amplia experiencia en televisión y sobre todo porque tenía la reputación de mantenerse en los plazos de rodaje y en los presupuestos previstos
FRANCIA
La producción contaba con un presupuesto estimado de 350.000$. La única estrella era Fonda. No había que filmar en exteriores. Lo más importante era buscar a un grupo de actores que dieran la talla a la hora de interpretar a cada uno de los miembros del jurado
ITALIA
Lograron reunir un maravilloso grupo de veteranos. Unos profesionales que supieron aportar los matices necesarios a unos personajes perfectamente construidos
Junto a Henry Fonda, el jurado está formado por Jack Warden, Lee J. Cobb, Ed Begley, E.G. Marshall, Martin Balsam, Robert Webber, Jack Klugman, Edward Binns, John Fiedler, Joseph Sweeney y George Voskovec. Estos dos últimos repitiendo los papeles que habían interpretado en la versión televisiva de 1954
Todos ellos han fallecido pero nos dejaron unas interpretaciones espectaculares en sus dilatadas carreras. En "Doce hombres sin piedad" no hay ni uno que sobre; que digas: ¡que mal lo hace este tío!.. Como película coral que es, todos se complementan, todos dan carisma a sus personajes
ESPAÑA
A finales de junio de 1956, Sidney Lumet trazó un agotador plan de trabajo. El director metía al grupo de actores en una habitación durante horas y les hacía repetir el guion. Cada uno de los actores repitió mil veces sus líneas de diálogo. Así estuvieron durante 2 semanas sin filmar ni un metro de película, pero haciéndose una idea real de lo que era estar discutiendo encerrado en una habitación con las mismas personas
En el mes de julio, rodó la película en 21 días.
La historia podría haberse ambientado en cualquier gran ciudad. Aunque en ningún momento se menciona su nombre, es obvio que es la ciudad de Nueva York, como lo demuestra el avistamiento del Edificio Woolworth, las entradas para el partido de los Yankees que tiene el jurado nº 7 y los pasos por el Palacio de Justicia del Condado que se muestran en las escenas de apertura y cierre
JAPÓN
La película se estrenó en Estados Unidos el 10 de abril de 1957. El estreno en España fue el 3 de febrero de 1958
En el momento de su estreno, "Doce hombres sin piedad" ni dio muchos dividendos en taquilla, ni fue un éxito de público. A pesar de este revés, Henry Fonda, siempre la consideró como una de las tres mejores películas que había protagonizado en su vida. Las otras dos eran "Las uvas de la ira"(1940) y el estupendo western "Incidente en Ox-Bow"(1942).
Con el paso de los años, se ha convertido en todo un clásico del cine judicial gracias a sus magníficas actuaciones, a una impresionante fotografía de Boris Kaufman y a la perfecta realización de Sidney Lumet, que con tan sólo un par de decorados (la sala de deliberaciones y el aseo contiguo) logra una extraordinaria puesta en escena.
En fin, hora y media de metraje para hacer una bonita apología de la importancia de las instituciones democráticas y una crítica sobre la pena de muerte. El jurado no es ni más ni menos que la representación de una sociedad cargada de prejuicios y en ocasiones con falta de empatía hacia sus semejantes. Menos mal que en ese mismo jurado también hay un personaje vestido de blanco que obliga al resto a no tomarse tan a la ligera la sentencia a muerte de un acusado.
Hasta la semana que viene
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